¿Betsy Ross, sentada y cosiendo la primera bandera estadounidense, sería tan especial si lo hubiera hecho en una máquina de coser Singer? Si la abuela comprara tarta de manzana en lugar de prepararla desde cero, ¿sabría tan sensacional? ¿Se puede comparar una tarjeta de cumpleaños comprada en una tienda con una hecha en casa con manitas amorosas? Desde los sopladores de vidrio italianos hasta los artistas japoneses de origami, el cuidado, el detalle y el diseño puestos en un artículo hecho a mano es un tesoro singular y poco común. En una época en la que los robots están quitando trabajos a los humanos (¡incluso nuestros caninos están siendo reemplazados por perros electrónicos!), lo que podemos crear con nuestras propias manos ha adquirido una gran importancia.
A medida que la belleza y el cuidado de la piel se vuelven cada vez más de alta tecnología (secadores de cabello infrarrojos, dispositivos controlados por aplicaciones, maquillaje imprimible en 3D), un paseo por un jardín para recolectar hierbas y especias para mascarillas faciales y corporales batidas a mano puede parecer anticuado. Sin embargo, el mercado de la belleza orgánica crece cada día, y el atractivo de la corteza de cerezo silvestre para enriquecer el cabello, o los aceites naturales de menta para estimular el cuero cabelludo, se han vuelto buscados y tan seductores nuevamente. ¿Es la naturaleza la farmacia holística de Dios? Las algas marinas y las algas del mar son ayudas de belleza incomparables y ricas en vitaminas; El aceite de semilla negra, que se remonta a miles de años, cobra nueva vida en el nuevo milenio, ayudando casi mágicamente con la inflamación del cuerpo y actuando como una rica fuente terrenal de súper antioxidantes.
Este asequible y picante aceite, que ha funcionado durante siglos como ayuda para la belleza y la salud, es un ingrediente central en muchos productos Zatik. Lo agregamos a nuestro Nutri Face Serum, Hair Serum y a nuestro asequible champú y acondicionador botánico 'Healthy & Shiny' por sus cualidades humectantes. No, “gentil” y “puro” no son palabras de la vieja escuela; siguen siendo una lección de lo que las máquinas nunca podrán enseñarnos: la humanidad.